domingo, 19 de septiembre de 2010

9-11/09/2010


Tres días en El Cairo.

Día 1

Llegamos al aeropuerto de El Cairo de madrugada, nos reciben y nos trasladan al hotel donde pasar lo que queda de noche. Llevamos ya 24 horas sin dormir y estamos derrotados, una ducha rápida, el genocidio de un par de cucarachas y caemos roques en la cama medida king size.

A la mañana siguiente, después de haber dormido unas 6 horas y haber hecho acopio de energías con un buen desayuno, nos vemos con Abu en la recepción del hotel. Pero antes de salir dirección a las pirámides, hacemos saber de nuestras discrepancias sobre la calidad del alojamiento al recepcionista del hotel. Éste se deshace en excusas y nos dice que a la vuelta de nuestro día tendremos preparada otra habitacion para el cambio.

Llegamos a la pequeña meseta donde están las tres magníficas y grandiosas pirámides de Keops, Kefren y Micerinos. Es cierto que todos las hemos visto en alguna ocasión en la pequeña o gran pantalla, pero el verlas ahí, en vivo y en directo, te deja sin palabras. Abu nos informa sobre los múltiples detalles de las tres construcciones y más tarde subimos al mirador desde el que se puede ver la panorámica de las tres pirámides. Bajamos y llegamos al templo funerario en la base de la meseta desde el que otra vez podemos ver otro de los iconos de este país: la esfinge. Lo cierto es que, como dirían algunos, “me lo imaginaba más grande”. Hacemos infinidad de fotos, como si se nos hubieran rasgado los ojos y en japoneses nos hubiéramos convertido.

Saciado nuestro apetito fotográfico, nos llevan a visitar una tienda de papiros donde un amable dependiente y en un tono totalmente automatizado nos hace una representación de las técnicas constructivas del papiro y las excelencias de los artesanos que trabajan para él. Nos invitan a un par de refrescos de cola y nosotros, como buenos turis, compramos un par de papiros, jejeje.

Ahora nos dirigimos a lo que fue Memphis. Visitamos un pequeño museo con restos de una gran estatua de Ramses II y otras piezas. Desde aquí nos dirigimos a las primeras pirámides y mastabas en la zona de Sakkara. Reponemos fuerzas en un restaurante local y de vuelta al hotel, donde nos espera la nueva habitación.

Nos despedimos de Abu. Con un botones nos dirigimos a la nueva habitación después de tener que volver a explicar al de recepcionista lo sucedido la noche anterior y, tal como vamos andando en dirección a la nueva habitación, nos damos cuenta de que está en la misma zona que la anterior, lo que nos hace recelar del cambio. Y, cómo no, estábamos en lo cierto: con una revisión sobre todo del baño y ante la mirada atónita del botones, le decimos que para la recepción y éste, un señor ya algo estropeado, nos dice que nos quedemos. Pero nosotros que no. Así que para la recepción otra vez. Al llegar se arma algo de revuelo entre los botones, como si fuera un problema suyo, pero nosotros sin hacerles caso y directamente al recepcionista le hacemos saber que el alojamiento no es lo esperado para un 5 estrellas. Él, casi con flema británica, nos dice que es lo que hay por el precio pagado, pero como no estamos contentos nos cambia a una superior. La superior no es que sea mucho más, pero por no estar perdiendo más tiempo decidimos aceptarla.

Nos acercamos al centro de la ciudad, ha caído la noche y es el último día de ramadán; las gentes del lugar pueblan las aceras, los coches llenan las calles y los comercios abiertos invitan a hacer las últimas compras como si de nuestra navidad se tratara. Paseamos por esta ajetreada ciudad y después de cenar retornamos al hotel dejando a los lugareños disfrutar de su fiesta.

Día 2

Quedamos a las 9 am en el hall del hotel, pero nos espera solo el conductor. Abu nos había avisado por teléfono que nos esperaría en la mezquita de Alabastro, así que subimos en el minibús y para allí vamos. Por el camino sufrimos los rigores de caos circulatorio cairota de un día de fiesta, entre humos y pitos vemos la cantidad de niños que hay en la calle, todos vestidos con las ropas nuevas que la noche anterior les regalaron y con el monedero lleno para gastar en chuches, parques de atracciones, montar a caballo o moto. Como buenamente podemos, llegamos a nuestro destino, visitamos la mezquita del siglo XIX y después disfrutamos de la panorámica de El Cairo que nos da el emplazamiento.

Cruzamos otra vez todo El Cairo y llegamos al museo egipcio. Durante un par de horas nos deleitamos de todos los tesoros arqueológicos de los antiguos faraones, sobre todo con los hallazgos de Howard Carter en la tumba del joven faraón Tut-ank-amon. Todo un ajuar de lo que necesitaría un dios en el otro mundo. Terminamos la visita en la sala de las momias, donde ahoran residen los restos de los que fueron algunos de los reyes y reinas del antiguo Egipto.

Reponemos fuerzas y hacemos la última visita del tour: el Khan al-khalili, nos tomamos un té y una sisa en el Café de los Espejos y paseamos por el gran bazar un rato.

Nos despedimos de nuestro guía Abu y nos deseamos suertes mutuas para nuestras futuras vidas.

Durante lo que queda de tarde decidimos no salir del hotel y cenar algo en el italiano del mismo hotel.

Día 3

Nuestro último día en este país. Nos levantamos, desayunamos y dejamos listas las maletas, ya que a la 19 horas más o menos nos vendrán a recoger para ir al aeropuerto. Una vez hemos dejado en consigna del hotel las maletas, pillamos un taxi y tenemos la suerte de que el taxista es copto, porque resulta que el lugar donde queremos ir es a su barrio. Lo que parece algo sencillo se convierte en un pequeño suplicio que al final conseguimos solucionar con una parada de metro cercana.

La intención es visitar el conjunto de iglesias en el barrio copto. Una vez localizado el lugar nos llevamos una pequeña desilusión: lo que pensamos iba a ser un barrio medieval, resulta ser sólo algunas pequeñas iglesias y un cementerio en un recinto cerrado. Después de varias vueltas por el lugar y como son las 13 h., nos desplazamos al centro de la ciudad en busca de un lugar donde comer. Nuestra sorpresa es ver que todo está cerrado, tiendas y restaurantes. Con ayuda de la guía localizamos el Sangría, un bar en un sitio de carácter moderno con cocina internacional y vistas al Nilo. Nos dejamos sablear: al fin y al cabo será nuestra última comida en el país.

Al salir subimos a un taxi y el taxista, un chavalillo de unos veinte pocos que seguro ha visto toda la saga de películas de taxi y se cree el "Alonso" del lugar, nos lleva al Khan al-khalili, donde hacemos las últimas compras y casi únicas de todo el viaje. Paseando descubrimos un grupo de madrasas recién restauradas que nos hace recordar el las viejas madrasas de Bukhara en Uzbekistan.

El tiempo nos cae como una losa y retornamos al hotel, donde un poco más tarde vendrán a buscarnos y nos llevarán al aeropuerto. Vuelta a casa.

e-e-e-e-e-esto es todo amigos.

Hasta pronto

Juan-hj-amón y H-ana-sepsupt

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