jueves, 9 de septiembre de 2010

4 y 5 /09/2010




Egipto desde el Nilo

Pues aquí estamos. Nos dirigimos en coche a Esna, donde nos espera un barco para surcar durante cuatro días el Nilo: Esna-Aswan.
El barco es del tipo denominado “dahabiyya”. Este es un tipo de barco más sofisticado y grande que las falucas, pero no tiene nada que ver con los cientos de cruceros que surcan el Nilo. Según la “lonely”, “los historiadores medievales las describían como barcas de madera de dos mástiles, profusamente decoradas, y dotadas de baño y camarotes.” En nuestro caso, como navegaremos contra corriente, sólo cuando el viento lo permita utilizaremos las velas como medio de desplazamiento y en la mayor parte de las ocasiones, una barquita a motor será la que nos vaya remolcando lentamente por el río.

Así es y aquí transcurren nuestros próximos cuatro días: por el día navegamos, nos relajamos, disfrutamos con las vistas del Nilo y la vida que transcurre en sus márgenes; cuando llegamos a un punto en el que hay una zona arqueológica o una ciudad que visitar, paramos y bajamos con Abu para conocer el sitio, vuelta a la dahabiyya y seguimos rumbo. Al anochecer atracamos en una islita o margen aislado del río y pasamos tranquilamente la noche. Sólo escuchamos los sonidos de esta tierra, de los pueblos cercanos y los animales del campo.
Los desayunos, comidas y cenas son exquisitos, variados y muy bien preparados, a base de productos de la tierra y del río. Uff, qué pasada!!!
Las zonas arqueológicas que nos encontramos también son espectaculares. El primero en visitar es el templo de Esna, menos frecuentado de lo que debiera, pero realmente merecedor de visita. Al día siguiente, tras el desayuno, el barco atraca en un puertecito al lado de unas cuatro casas, un paseo de un par de kilómetros nos lleva a unas tumbas excavadas en la montaña; son las tumbas de los gobernadores de la zona y nos muestran cómo era la vida diaria en el Imperio Nuevo. Cuando el dios Ra descarga su ímpetu con más fuerza, y como viene siendo costumbre en nuestro viaje, llegamos a Edfu, que tiene el templo mejor conservado de todo el país: nos deja boquiabiertos. Nosotros y cuatro turistas más nos deleitamos con la visita y el calor se hace menos.

Moraleja: mejor hacer las visitas cuando más calor hace para no aguantar colas, poder moverte por los rincones sin problemas y hacer las fotos que queramos sin “bichos”. De esta forma no hemos tenido que sufrir ninguna cola en todo el viaje y hemos disfrutado mucho todas las visitas.
Esta opción de conocer el Nilo y sus alrededores es una maravilla y lo recomendamos a todos los que penséis programar un viaje por aquí.

Nota del traductor:
Parecemos viajeros victorianos surcando el Nilo: nosotros dos junto a Abu, los únicos huéspedes en la dahabiyya y 7 tripulantes trabajando para nosotros (5 en la dahabiyya y dos más en la barca que nos remolca cuando eolo decide no ejercer su fuerza).
Pero, claro está, siempre hay que hacer frente a imprevistos y problemas. Hoy hemos tenido un pequeña avería antes de llegar a Edfu en el motor de la barca remolcadora, que ha dicho “basta” y el cigüeñal parece que ha dejado de girar. Así que, como no se podía cruzar a vela el puente que nos separaba del embarcadero, nos han facilitado una calesa para acercarnos hasta el templo de Edfu mientras ellos han seguido sus reparaciones: muy bien pensado.


La vida sigue en la “dahabiyya” y en el Nilo. En el próximo post seguiremos contando.

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